martes, 15 de octubre de 2019

Galgo corredor


No tienes nombre

     Inspiras fuertemente y de repente miles de olores llegan a tus fosas nasales, sangre, vísceras, excrementos, orines, carne, tierra, sudor, todos son nuevos, todos increíbles a su manera… automáticamente un empujón tras otro, la lengua húmeda y constante de tu madre te limpia incesante.

     Tienes 2 meses eres ágil, rápido, corres, brincas y jugueteas con tus hermanos, todos son similares pero distintos entre sí, todos castaños atigrados, barcinos, preciosos a mi parecer, sólo piensan en correr y comer, jugar y saltar, y volver a comer, la madre les gruñe. Se achantan un poco, pero al segundo todo vuelve a empezar.

     Tu dueño te mira fijamente, te enseña una piel que huele a gloria, impregna todo tu ser y la quieres para ti, tienes 6 meses y eres alto, enjuto pero fuerte, delgado como tu madre, parece que no tienes estómago o lo tienes pegado al espinazo, es tu primera vez y no sabes que hacer exactamente, sólo quieres coger la piel, agarrarla, alcanzarla y comértela. Corres tras ella como un diablo, pero es inalcanzable, al final sólo un premio de consolación.

     La mirada fija, quiebro a derechas, la mirada fija, quiebro a izquierdas, la mirada fija otro quiebro más, el aire entra a raudales en los pulmones, la exhalación es inmediata, el corazón bombea a toda velocidad, doble quiebro, parece que se te va a partir la espalda, mirada fija, sueltas las fauces y de repente, barro, tierra, polvo y por supuesto sangre, el dulce néctar. No es para ti, sólo eres el brazo ejecutor, aunque agradecido y bien mirado, eres su campeón, eres el mejor. Tienes 3 años.

     Corres como galgo que eres, a tus 5 años, es un día más, un día cualquiera, una cacería más, nuevos conejos y liebres, pero hoy te has levantado mal, y aunque las ganas son las mismas, hoy no es un buen día, no consigues presas, no estás a lo que hay que estar, de repente, un sonido estruendoso te deja sordo por un instante, aturdido intentas levantarte pero no puedes, un dolor insufrible en la pata. No entiendes nada, ves la cara de tu dueño a través del humo de la escopeta, está enfurecido y no sabes que pasa.

     Ves el cielo claro, una estampa para guardar en tu memoria, se te nubla un poco la mirada, intentas respirar, pero no lo consigues, te mueves desesperado cual conejo en quiebros a derechas e izquierdas, balanceas en el aire sujeto sólo por una cuerda, no consigues zafarte, se te agotan las fuerzas, lo intentas desesperadamente, una y otra vez, ni una pizca de aire, te aferras a la vida, pero caes en una inconsciencia que te lleva a la muerte. No llegaste a los 6 años.

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