No tienes nombre
Inspiras
fuertemente y de repente miles de olores llegan a tus fosas nasales, sangre, vísceras,
excrementos, orines, carne, tierra, sudor, todos son nuevos, todos increíbles a
su manera… automáticamente un empujón tras otro, la lengua húmeda y constante
de tu madre te limpia incesante.
Tienes 2 meses eres
ágil, rápido, corres, brincas y jugueteas con tus hermanos, todos son similares
pero distintos entre sí, todos castaños atigrados, barcinos, preciosos a mi
parecer, sólo piensan en correr y comer, jugar y saltar, y volver a comer, la
madre les gruñe. Se achantan un poco, pero al segundo todo vuelve a empezar.
Tu dueño te mira
fijamente, te enseña una piel que huele a gloria, impregna todo tu ser y la
quieres para ti, tienes 6 meses y eres alto, enjuto pero fuerte, delgado como tu
madre, parece que no tienes estómago o lo tienes pegado al espinazo, es tu
primera vez y no sabes que hacer exactamente, sólo quieres coger la piel,
agarrarla, alcanzarla y comértela. Corres tras ella como un diablo, pero es
inalcanzable, al final sólo un premio de consolación.
La mirada fija,
quiebro a derechas, la mirada fija, quiebro a izquierdas, la mirada fija otro
quiebro más, el aire entra a raudales en los pulmones, la exhalación es
inmediata, el corazón bombea a toda velocidad, doble quiebro, parece que se te va
a partir la espalda, mirada fija, sueltas las fauces y de repente, barro,
tierra, polvo y por supuesto sangre, el dulce néctar. No es para ti, sólo eres
el brazo ejecutor, aunque agradecido y bien mirado, eres su campeón, eres el
mejor. Tienes 3 años.
Corres como galgo
que eres, a tus 5 años, es un día más, un día cualquiera, una cacería más,
nuevos conejos y liebres, pero hoy te has levantado mal, y aunque las ganas son
las mismas, hoy no es un buen día, no consigues presas, no estás a lo que hay
que estar, de repente, un sonido estruendoso te deja sordo por un instante,
aturdido intentas levantarte pero no puedes, un dolor insufrible en la pata. No
entiendes nada, ves la cara de tu dueño a través del humo de la escopeta, está
enfurecido y no sabes que pasa.
Ves el cielo
claro, una estampa para guardar en tu memoria, se te nubla un poco la mirada,
intentas respirar, pero no lo consigues, te mueves desesperado cual conejo en
quiebros a derechas e izquierdas, balanceas en el aire sujeto sólo por una
cuerda, no consigues zafarte, se te agotan las fuerzas, lo intentas
desesperadamente, una y otra vez, ni una pizca de aire, te aferras a la vida,
pero caes en una inconsciencia que te lleva a la muerte. No llegaste a los 6
años.